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13 diciembre, 2018
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DE SABIONDOS Y SUICIDAS

Permiso Don Enrique Santos Discépolo. Voy a emplear esos dos calificativos para definir a mis colegas arquitectos, que Usted con tanta maestría reunió en su célebre frase, Sabiondos y suicidas.

 

Sepa Usted que lo de sabiondo le calza al dedillo al profesional arquitecto, (al menos en los papeles) por las Incumbencias Profesionales otorgadas por Resolución Ministerio de Educación y Justicia de la Nación nº 133 del 14 de octubre de 1987 y firmado por el Dr. Jorge Sábato, Ministro de Educación y Justicia de la Nación por aquellos años.

 

Son tan pero tan amplias y abarcativas que se podría decir que solo un Sabio podría conocer de tamaña cantidad de temas. Y si no me cree, lea:

 

Diseñar, proyectar, dirigir y ejecutar el hábitat humano, ejecutar la construcción de edificios, conjuntos de edificios y los espacios que ellos conforman, con su equipamiento o infraestructura, proyectar, calcular, dirigir y ejecutar la construcción de estructuras resistentes de obras de arquitectura, la construcción de instalaciones complementarias, diseñar, proyectar, dirigir y ejecutar la construcción del equipamiento interior y exterior fijo y móvil, incluyendo los habitáculos para el transporte de personas; diseñar, proyectar, y efectuar el control técnico de componentes y materiales destinados a la construcción de obras de arquitectura; programar, dirigir y ejecutar la demolición de obras de arquitectura; realizar estudios, proyectar y dirigir la ejecución de obras destinadas a la concreción del paisaje; efectuar la planificación arquitectónica y urbanística de los espacios destinados a asentamientos humanos; realizar medición y nivelación de parcelas (mensura) con el objetivo de concretar la ejecución de obras de arquitectura; participar en planes, programas y proyectos de ordenamiento físico ambiental del territorio y de ocupación del espacio urbano y rural; participar en la elaboración de normas legales relativas al ordenamiento y planificación de los espacios que conforman el hábitat humano, participar en la elaboración de planes, programas y proyectos que no siendo de su especialidad afecten al hábitat humano; realizar relevamientos, tasaciones y valuaciones de bienes inmuebles; realizar arbitrajes, peritajes, tasaciones y valuaciones relacionadas con el ordenamiento y planificación de los espacios que conforman el hábitat; y últimamente se agregó: Proyectar, ejecutar, dirigir y evaluar todo lo concerniente a la higiene y seguridad en obras de arquitectura.

 

¿Abarcativo no? Pero no me va a negar que calificar de sabiondo a un arquitecto que está capacitado para realizar todo esto que se describe, es una exageración.

 

Y eso que la Resolución no habla de otras capacidades intuitivas que puede llevar a cabo el Arquitecto. En ocasiones debe transformarse en Negociador, cuando trata con el Cliente y la Mano de Obra; en pseudo – psicólogo cuando escucha los lamentos, las expectativas y las proyecciones de los protagonistas de una obra; en Guía Comercial ante el requerimiento de las partes de donde adquirir materiales más económicos; en Contador cuando administra los recursos de una obra para llegar a buen fin; y la lista sigue…

 

¿Y lo de Suicida? Bueno vea, alguien que se hace cargo de la responsabilidad Civil emanada del Proyecto y la Dirección Técnica de una Obra, de asumir los riesgos de comandar los vaivenes propios del desarrollo de una obra, de navegar por los encriptados vericuetos de cualquier desarrollo constructivo y poner a prueba su idoneidad a cada momento, bien lo podemos tildar de suicida. O también de saberse responsable Penal por la seguridad (entiéndase la vida) del personal obrero, el propietario, los parientes del propietario, los amigos del propietarios (todos quieren conocer la obra los domingos a la tarde cuando no se trabaja), de los residentes colindantes, y otras cuantas especies que se ven involucradas en la situación. Es algo así como vivir con la espada de Damocles sobre la cabeza todo el tiempo.

 

Sin embargo, en la historia material del mundo, siempre encontramos y encontraremos a sabiondos y suicidas, que dieron, dan y darán forma concreta a los sueños de la especie humana, concretando los espacios físicos donde transcurren las actividades del hombre, y plasmando hitos, testigos de épocas, tendencias y estados. Así que ya sabe, un arquitecto tiene un poquito de cada cosa, un poco de sabiondo y un poco de suicida, pero por encima de eso, sobretodo tiene un compromiso social.

 

Arquitecto CARLOS A. GRISOLÍA

Director de CETArq